Detrás de casi cualquier proyecto ambicioso y con vocación transformadora suele haber al menos un visionario. En el caso de las supermanzanas de Barcelona (en catalán, superilles), ese papel de gurú, por mucho que él rechace la palabra, corresponde a Salvador Rueda, ecólogo urbano barcelonés nacido en 1954. Un hombre del que se ha llegado a afirmar que se dedica a "transformar las ciudades para salvar el planeta".
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La medallita eso sí, bien grande que se vea.
De los vecinos no hace falta ni hablar.
Esta pataleta me recuerda a la de todos los colgados que protestan siempre contra las peatonalizaciones y cualquier cambio que se hace en las ciudades.