El compuesto se llama geosmina. Un grupo de estudio de Corea del Sur analizó el efecto de olerla en la actividad cerebral. Descubrieron que produce estados de calma y relajación del cerebro. Por otra parte, resulta que podemos detectar concentraciones muy bajas, de cinco partes por billón. Esa sensibilidad procede de nuestros antepasados cazadores-recolectores, que se guiaban por sus olfatos para encontrar paisajes lluviosos donde había comida. Un estudio de la Universidad de Edimburgo descubrió que caminar por parques aminora el estrés.